26 de octubre de 2011

PROTOTIPO DE UN SOCIALISTA DEL SIGLO XXI

Durante muchas décadas ser comunista significaba ser un hombre recto, lleno de ideales, un refugio para todos aquellos que huían de las inequidades e injusticias que pululan en este mundo infecto. Crecimos con la imagen de que un intelectual por encima de cualquier cosa tenía que ser un socialista, un hombre de letras necesariamente tenía que ser un hombre de izquierdas. Desde Estocolmo lo entendían así. Por eso si acatabas las órdenes de Moscú podrías acceder con mayor facilidad al Nobel. Si bien Octavio Paz o Alexander Solzhenitzyn accedieron al máximo galardón de las letras teniendo una posición crítica con la Unión Soviética, genios de la talla de Borges, Onetti o Bernhard fueron sistemáticamente borrados de la lista de aspirantes al premio.
El aspirante a snob en el tercer mundo siempre es un aspirante a pertenecer al partido comunista. Organizan grupos de lectura donde lo único que importa es reclutar jóvenes incautas y proponerles en medio de una borrachera obtenida a punta de canelazo hacer el amor y no la guerra. He estado en sus reuniones, ¡He sido uno de ellos! Y conozco de su pobreza mental y de su mezquindad económica. Tratan de ser pobres dignos pero ningún pobre digno es borracho. He compartido sus mesas y los he visto comer como cerdos con la boca abierta, chorreando por las comisuras de los labios pedacitos de huevo tibio. La gran mayoría son incapaces de conseguir un trabajo digno “Por aquello que decía el compañero Marx, tu sabes, el trabajo aliena” y aunque no les queda claro que es una alienación se quedan todos los días hasta altas horas de la mañana en la cama viviendo de lo que les pueda ofrecer la mamá o la novia de turno.
Son sucios, son aburridos y egoístas. Viven en un mundo de sueños del cual difícilmente podrán salir. Están encerrados en él y sobreviven gracias a la armadura que han hecho con su megalomanía. No te dejan hablar ni a ti ni nadie. El otro les vale guevo. Que terrible esta época en las que nos tocó vivir, no solo tenemos que soportar las miserias que ha dejado el capitalismo sino que ahora tenemos que aguantarnos el desprecio que sienten los socialistas del siglo XXI hacia la gente.
Se creen mejor que los demás porque han leído tres o cuatro contraportadas más que el resto. No tienen ningún tipo de trabajo social ni les interesa que el vecino sepa o no sepa leer. Con el cuento de la autogestión se las pasan lagartiando con el político de turno. Son misóginos, son misántropos, son imbéciles, son tacaños. Los socialistas del siglo XXI son una panda de miserables snobs.
Desprecian y atacan al más débil pero con el fuerte son sumisos. Todo el tiempo están hablando de si mismos, de sus logros (La mayoría creados en su mente) en pleno trabajo comunitario les da por hablar de ellos mismos, yo al almuerzo, yo a la comida, yo cuando hablo con un indígena, yo cuando le pido minutos a la señora de la esquina, yo en un partido de fútbol. Los demás mortales, los pobre guevones que tenemos que levantarnos temprano a trabajar tenemos la obligación de mantenerlos, de conservar vivas y activas sus mentes privilegiadas, mentes que iluminan los oscuros senderos que se abren en esta era.
Conozco muchos chavistas, tengo un tío chavista, un cuñado chavista un gran amigo chavista. A pesar de lo mucho que los puedo llegar a querer se que cada uno de ellos es una mala persona. Sé que cada uno de ellos puede ser capaz de matar hasta su propia madre con tal de que la revolución triunfe y les pueda dar lo que ellos más quieren: Una pensioncita que les llegue puntual a principios de mes que les permita tener el lujo de comprar el libro de moda, el traje de moda, la droga de moda. Odian el caviar y el buen whisky pero si en una fiesta les ofrecen seguramente serán los que más coman, los que más beban. Eso si no agradecerán nada , comerán con la boca abierta y beberán hasta vomitar, beberán hasta que en tu propia fiesta el socialista se lo pida a tu madre, a tu esposa, a tu hija de diez meses. En mi fiesta de matrimonio me tuve que calar a un chavista de estos, un insoportable columnista de un diario local que llegó ebrio y en nombre de la revolución le metió la mano en el escote a mi tía Graciela que acaba de cumplir 73 años.
Esperemos que el destino del comandante sea parecido al del beduino, que arrastren su cuerpo por las calles de Caracas hasta que la cara se le hinche más de lo que está y un gas le destroce el rostro. Entonces mis amigos chavistas elaborarán teorías conspirativas, infiltraciones colombo-paramilitares en el palacio de Miraflores, influencia de la CIA en la invasión a Venezuela y nunca contemplarán que desde Ricardo III hasta Mussolini pasando por Cesescu el pueblo ha terminado aborreciendo a sus dictadores hasta el punto de que con sus propias manos es capaz de destrozar al tirano de turno. El cuerpo de Gadafi pudriéndose en Tripoli es una prueba fehaciente de ello.

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