17 de septiembre de 2012

CALLATE Y ESCUCHA de Javier Sguerra. El fin de las conferencias metafísicas.


Con una de las frases más pretenciosas que tengamos conocimiento un afamado profesor universitario empezó una conferencia sobre el cine en Cúcuta diciendo que “Esta es una de las conferencias mas metafísicas que le había tocado dictar” El público, constituido en su mayoría por estudiantes de colegio que fueron obligados a ir, porque igual es mejorestar en el sofocante ambiente de una biblioteca que fumando marihuana en el parque, no entendía muy bien que era lo que trataba de decir ese viejito quien está convencido que el cine es un invento argentino y que Eliseo Subielo viene siendo como George Melies.
Seguramente esos jovencitos considerarán para el resto de sus vidas que el cine debe ser una cosa muy complicada y aburrida. En vez de estar dándoles conferencias a las dos de la tarde y con personajes que usan la jeringonza seudofilosófica para atrapar incautos y muchachas pendejas deberían pasarles alguno de los trabajos audiovisuales que muchachos repletos de ilusión, están haciendo en las calles de San José de Guasimales.

Uno de esos pioneros que están formando un ambiente audiovisual en la ciudad es Javier Sguerra.
A diferencia de otros artistas cucuteños Javier  no sabe que lo es. Por eso es que debe ser que es de los pocos en el valle que no la montan de loco. Él va por ahí con su paso silencioso, a veces acompañado por su hijo que más bien parece un hermano menor o un discípulo. Lo cité en la universidad muy temprano, a eso de las nueve de la mañana. Llegó fresco, sin guayabo a pesar de que era sábado.
Ante unas cincuenta personas presentó Cállate y escucha su corto ganador en el 2011 del INI regional. Lo había visto en su estreno en la Biblioteca Pública, a principios de abril. Debo confesar que las pésimas condiciones en las que se pasaron los dos cortos ganadores impidió que pudiera disfrutar de esta peliculita sincera, honesta, hermosa.
En cada uno de los planos que la conforman, Cállate y escucha devela la mirada de su director. Sguerra no se vale de esa verborrea tan común en los cortometrajes de los principiantes, ni quiso posar de artista atormentado o cayó en la trampa de los tarantinianos de mostrar masacres, marihuana y malas palabras. No, Javier como si fuera un veterano mostró en su ópera prima un maravilloso manejo del mensaje audiovisual.
El reto de que su historia girara en torno a una sordomuda lo supo resolver muy bien desde la construcción del guión. Economizó hasta donde mas pudo el diálogo. Sus personajes no caen en las patéticas frases grandilocuentas de la cual están llenas las primeras obras de los directores colombianos y solamente se limitó a mostrar. Para los que aspiramos a la sencillez Cállate y escucha fue toda una lección de cómo es que se debe hacer.

Para esto, señores, se necesita inteligencia. En vez de llenar su corto con palabras Javier le apuesta al sonido, a la gran Sinfonía de la ciudad. El rugido de los motores de los carros, la música de las busetas, el murmullo de los estudiantes en la ciudad, el viento estallándose en las ramas de los árboles, el nombre de Ana en boca de la protagonista, nosotros escuchamos lo que ella no puede oír.
Cállate y escucha  confirma lo que ya se puede bautizar como El cine cucuteño. Todo comenzó a finales del 2010 con la quijotada de La pisina y se ha confirmado con El rostro de Alipio y sobre todo con la producción de Javier Esguerra que me animo a decir es de lo mejor que se ha hecho jamás en este miserable valle. Lamentablemente estas peliculitas (a excepción de la Pisina) no han tenido la distribución que se merecen. Acá la cosa no solo consiste en crear nuestro cine sino que también hay que mostrarlo. Para eso tenemos que acosar a las autoridades, exigirles que queremos ver nuestro reflejo en el espejo.

A principios de mes supimos la buena nueva, en un hecho sin precedentes en nuestra incipiente cinematografía  el corto de Javier Sguerra ha sido seleccionado para concursar en el Festival de cine de Bogotá, una demostración más de que las cosas se pueden hacer sobre todo cuando no se tienen ínfulas y el trabajo parte de una necesidad real de contar una historia. Tenemos que abordar nuestras historias y dejar de lado de una buena vez las poses de artista. Si abrimos la boca es porque necesitamos contar, sino tenemos esa  necesidad es mejor quedarse callado y escuchar o mejor ver a un artista verdadero crear.  Ojalá se le permita a Javier Sguerra continuar consolidando lo que promete ser una magnífica filmografía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bien por esos trabajos de la cinematografía local y felicitaciones a Javier por su pelicula. Esperamos que las autoridades municipales y departamentales apoyen estas iniciativas dando su aporte económico a estos artistas y agremiaciones que quieren hacer arte en la ciudad y el departamento.