23 de noviembre de 2009

EL CUERPO DE ANDRES FELIPE ARIAS PUDRIENDOSE AL SOL

Que no me digan que no, ser hoy en día uribista en Colombia es mucho más que ser un cretino. El que esté de acuerdo con el presidente tiene las manos untadas de sangre. Mas allá de regalarle el país a los gringos, de comprarle la tierra a los campesinos al costo que se le cante a los latifundistas, de eximir de pecado a los paras, de entregarle plata abiertamente a los mafiosos, de crear el ser mas despreciable de la historia de la política colombiana (Andrés Felipe por supuesto) de estafar a la gente con las pirámides, de hacer cualquier tipo de canallada Uribe ha despertado el colombianismo a ultranza.
No hay nada más peligroso que un país como el nuestro se crea el mejor vividero del planeta. Los colombianos se quejan de que UNASUR no haga nada contra Chávez cuando es Colombia la que está atentando con la estabilidad de la región poniendo 12 bases militares en su territorio sin pedirle permiso a nadie. Tuvo el cinismo Uribe de no darle ninguna explicación a la región de por qué esta concesión, porque sépanlo bien que hablar de pacto entre Colombia y Estados Unidos es una incongruencia porque los siervos no pactan, los siervos obedecen.

Los uribistas sacan el pecho dispuestos a exponerlo a balas venezolanas. Como no saben nada, como no leen desconocen la desgracia que implica una guerra. No oyeron de bombardeos ni de economía de guerra. He escuchado a algunos haciendo cuentas de lo bien que le vendría a nuestra economía tener el golfo de Maracaibo. Ojalá ellos sean los primeros que mueran producto del fuego cruzado.

Del otro lado está la histeria de un dictador elefantiásico que ayer demostró con las voladuras de los dos puentes artesanales en Ragonvalia que a la primera escaramuza va a estrenar sus Sukoi. Porque Chávez está como un niño en navidad felices con sus jueguetes nuevos y sediento por estrenarlos. Chávez ha encontrado en Uribe su principal aliado. En Venezuela ya están cansados de su discurso cocainómano pero el cachalote encontró en Uribe un motivo más para mantener viva su delirante revolución.

Lo triste de todo esto es que al final no va a haber juicios, nadie ahorcará al dictador ni veremos el cuerpo de Andrés Felipe Arias pudriéndose al sol. Seguramente sus funerales tendrán la pomposidad y el dolor que tuvieron los de Stalin. La gente olvida rápido y también perdona. Espero que al menos puedan profanar la tumba, que todos los millones de personas a los cuales este par de granujas les ha hecho daño despedacen sus féretros, les claven un puñal en el corazón y les corten la cabeza. Entonces ninguno de los dos volverá a levantarse.

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