26 de agosto de 2010

EL INSTINTO

Cositas dulces inundan la cabeza de los muertos, gusanos de todos los colores y el corazón carcomido por la plata de las balas. Tengo un hombre lobo encerrado en el sótano en las noches de luna llena se desahoga ahuyando y le pongo un poco de música, he visto como las canciones de Leonard Cohen lo apaciguan pero el único disco que tenía se fue rayando y ya solo funcionan dos de sus canciones. Una vez cada mes entro al sótano y voy limpiando los desperdicios, no se come todo lo que le sirve, a veces deja unos huesos, la cabeza de los hombres es dura y no le gusta. Junto las cabezas en una bolsa y me las llevo a la cocina, las pongo en una olla y hago una sopa con eso. El hombre lobo no siempre es un lobo, en las noches nubladas se convierte en una hermosa mujer lánguida con la que desboco la lujuria, ella me muerde el cuello para no gritar. Me mira sin amor, sabe que no podrá enamorarse porque llegará el día en que me canse y decida ponerle fin pegándole un tiro en el pecho. Después de acabar me suplica que la deje salir porque su licantropía le exige cazar, “Afuera hay hombres con escopetas búscandote-le digo con mi voz mas dulce- Para que quieres salir, acá lo puedes tener todo” Trata de arañarme pero sus manos son muy pequeñas, me río y vuelvo a trancar la puerta.
Era una pastora cualquiera que venía a ordeñar mis vacas, la maldición del lobo se sirnió sobre ella. Es la única mujer que conozco y dándole los bebedisos que me enseñó a hacer mi madre logré hacerla quedar en mi sótano pero no esperé que su cuerpo cambiara tanto, no espere en que se transformara en un lobo. Los cazadores tocan a mi puerta, me dicen que desde hace varias lunas escuchan la respiración de un monstruo descomunal. Les hago entrar, registran todo, piden entrar a mi sótano y les digo que no pueden porque allí yace la tumba de mi mujer, nadie perturbará su sueño. Insisten y asiento con mi cabeza “Voy a buscar las llaves” les digo pero voy hasta el cuarto y saco mi escopeta de doble cañón, la cargo y les clavo las balas en el estómago. Uno trata de levantarse pero yo le reviento la cabeza a culatazos. Salo los cuerpos y los pongo debajo de la estufa, voy cortando pedacitos y se los voy entregando a mi reina. Ella me acaricia y yo con eso me contento.
Mi madre era una bruja poderosa y temida. Tenía un buitre de mascota, vivía al final de la cañada. Me enseñó a preparar pócimas para no tener que incarme de rodillas ante ningún Dios. Gatos y ratas, pelos de rana, tres oraciones fuertes al señor de las tinieblas, tres invocaciones fuertes a Thelema y ella será mía. Algo salió mal pero igual si domo a la bestia tendré una amante y un ángel protector. Bajo mi mando podré conquistar estas tierras, las granjas de los otros, los más poderosos los que se convierten en mis enemigos. Ella cree que soy su salvador, ella cree que tengo las llaves de un reino. Yo la inventé, le di el poder de convertirse en lobo.
Espero en mi prado que el brillo de la luna ilumine la noche. Ya las nubes se van disipando. Ella está a mi lado, encadenada, llora de placer al volver a ver su bosque. Dentro de poco podrá corre en cuatro patas, podrá seguir su instinto. La llevo hasta la granja de los poderosos, miro hacia el cielo y allí está la luna como un arete estampillado, ella se retuerce, estallan sus venas, de la boca salen unas fauces de colmillos afilados, me mira fijamente con sus ojos rojos, se abalanza hacia mi y a pesar de mis súplicas le es imposible frenar su instinto

No hay comentarios: