25 de agosto de 2010

SEVEN.

La visión de la ciudad no es sombría es mas bien amarillento, como si las llamas del inferno iluminaran las sombras de los edificios. Los demonios están sueltos en la calle, no queda esperanza en un mundo donde todos son culpables.  Solo ella puede ver la dimensión de la maldad, solo ella que es inocente. Su marido es un joven policía recién ascendido a detective, el demonio ha roto las cadenas y él debe perseguirlo y aprehenderlo. El que es un extranjero en ese reino de sombras. El demonio quiere dejar una obra, matar a siete pecadores, él es el dueño de los pecados y nadie más hará el trabajo que le corresponde al temible Belcebú. Es muy tarde para huir nena, él ya ha posado los ojos sobre ti, te domina, te desea, tu hermosa cabeza pronto reposará en una caja.
David Finsher escoge para su triller no una ciudad sino el mismísimo Averno donde todos tienen una razón para desconfiar, para odiar, donde los pocos amantes que quedan son devorados por sus llamas envidiosas. La poca gente que lee en ese lugar solo busca las claves para encontrar la raíz del mal. De Chaucer a Milton pasando por las oscuras cavernas que pintó Dante, no hay un solo resquicio para el humor. La gente no tiene rostros como en una pesadilla y afuera cae la eterna lluvia ácida. Los únicos que salen a correr son un detective y el diablo disfrazado de sicópata. Ese es el futuro, siete  asesinatos.
Han pasado 15 años desde su estreno y no ha perdido vigencia. Tiene ese poder hipnótico que provoca mirar de frente una incineración. Seven es junto con Pulp Fiction y 12 monos lo mejor que dio Hollywood en los decadentes años 90. ¿Recuerdas la ves que la fuimos a ver al cine? ¿Todavía percibes el horror reflejado en los rostros de la gente saliendo del teatro?
Lejos de poseer un pesimismo barato, la clásica menopausia quiliasmica que invadió el cine de la última década del siglo XX, Seven es consecuente con su desgarramiento. Estamos en manos no de un arquitecto que delinea todas las formas con suma perfección sino en manos de un brillante asesino que destruye sin contemplación toda forma de vida. Y lo peor es que cuando Luzbel habla con la voz de Kevin Spacey tiene razón, cada uno de esos siete asesinatos tenía una razón de ser, cada uno de esos pecados deben pagarse con la muerte. Dispárale en la frente al monstruo que decapitó a tu esposa Detective Mills, aniquila a la bestia que sacó el feto que guardaba en su vientre, esas balas rebotarán en él y se inconarán en tu herida. Acá ni la venganza te librará de su poder. Finsher no adopta un discurso tópico de “Uy que nota vamos a pasar por malos y pintemos el infierno” Para hacer una película así hay que descender a las cavernas que vislumbró Milton, hay que ver a los ojos a la pavorosa serpiente.
La cruz de neón yace sobre un lecho de eremita. La mente del maligno yace en 250 cuadernos completamente llenos con su diminuta letra. Es la biblia del anticristo, el que la lea se perderá en el laberinto de su mente y nadie te podrá sacar de allí. No lo busques, el llegará a ti y ojalá no te encuentre, si se aparece cierra los ojos y tapate los oídos, no dejes que su predica entre en tu ser. Si tienes un momento de paz huye, vuelve al campo donde no están los otros, no dejes que nadie te encuentre. Que se destruyan las ciudades, que se maten unos contra otros, por mas que los escuches gritar no voltees la mirada porque te convertirás en piedra.
Pobre maestra de escuela, venir a parar en un lugar así donde ni siquiera puedes dormir porque el ruido y la vibración de un tren te sacude cada media hora. Hermosa campesina solo querías tener una granja y querer que tus hijos corrieran por ella. Lo último que viste fue la fría risa de Lucifer, alcanzaste a ver como entraba el cuchillo en tu vientre, no tuviste tiempo de gritar, pero lo viste todo hasta cuando tu cabeza voló por los aires y desde el piso viste como el asesino se manchaba sus botas con tu propia sangre. No es culpa de nadie querida, solo que el mundo no es un buen lugar para pasar una temporada.

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