18 de enero de 2011

EL ULTIMO CHISTE

En paises devastados por la violencia, la pobreza y la corrupción, el humor es un remedio infalible para curar el alma. Si bien no fueron el pueblo mas perseguido del siglo XX los judíos vivieron las duras y las maduras en los primeros 50 años del siglo pasado. Muchos de los sobrevivientes del holocausto se convirtieron en los mejores cómicos de nuestra época. Billy Wilder, Woody Allen, Larry David perdieron algun familiar en alguno de los temibles campos de concentración nazi. El siglo XX es el siglo del humor judío, corrosivo, negro, cínico.
Colombia, como bien se sabe es la periferia. Acá no dejamos entrar ni a japoneses ni a judíos por aquello de que no creían en cristo, a los nazis si y cuenta la leyenda que mas de un Herr comandante de la Gestapo vivió una vejez tranquila en la sabana bogotana. Después de mucho tiempo vuelvo al país y como ya la mayoría de gente que conocí a muerto me quedé un sábado confinado en el televisor y con suma curiosidad vi los canales nacionales y estaba en pleno zapping cuando el rostro de Alvaro Lemmon (O es Lennon?) volvió a embrujarme como cuando yo era niño, entonces sumido en la ma atróz de las depresiones decidí suicidarme tomando grandes sorbos de chabacanería propinado por el hombre al que en Plato Magdalena cuentan que erigieron una musculosa esttua de bronce. Constaté con mucho temor que en Colombia las ofensivas coplas paisas todavía hacen reir, los pobres concursantes de este octogenario programa salen vestidos de arrieros, algunos llevan sus cabras constatando que los años no han pasado, que por mas camionetas último módelo atiborren nuestras precarias calles todavía somos un país rural, con un humor rural, apelando siempre al doble sentido. Quitense de la cabeza eso de que el colombiano es chistoso, yendonos bien el colombiano podría ser morboso y no más.
Navegar un sábado en la noche por los canales colombianos es como subirse al Delorian con Marty Mcfly y aterrizar en 1985. Uno cree que en cualquier momento la transmisión va a ser interrumpida para que el presidente Belisario Betancurt se dirija con su poético lenguaje a todo el país. De 7 a 11 de la noche la telelvisión colombiana es una nauseabundo vertedero de chistes verdes. Es el legado que sembró La nena Gimenez y Montecristo. En las discotecas y metederos no falta el borracho que pide que le bajen volumen a la música para contar "El último chiste" Yo los conozco, tengo primos que hacen eso, ellos no han muerto, el humor colombiano los hace inmune a las balas.
Acá creen que los gringos son unos bobos, que no entienden porque se rien de "Esas estupideces", a ellos les hacen falta el doble sentido, "Los gringos eran buenos cuando pasaban lo de Benni Hill" dicen los colombianos desconociendo que el asqueroso bufón era inglés. Es dificil que una serie como The Big Bang Theory o Seindfield pueda calar acá cuando su humor es construido a través de la cotidianidad, de las confusiones que deja el lenguaje, todo muy lejando de nuestro humor de retreta, humor de domingo después de misa.
Series como Saturday Night Live (Todo un clásico de la televisión mundial, infatigable semillero de cómicos, he escuchado a gente comparando a John Belushi con el principe de Marulanda)o Family Guy (Herederos directos de la patafisica de Alfred Jarry) son prácticamente desconocidos en este tierrero donde las flores se fuman o se procesan.
El humor acá se destila en telenovelas casi siempre a cargo de un gomelo, un negro, un retrasado mental, una niña hueca, un enano o un costeño. Colombia tiene el humor mas fascista después de Japón simple y llanamente por que somos el pueblo mas fascista después de japón.
Acá está terminantemente prohibido reirse de uno mismo y de los demás. Somos muy dignos,extremadamente suceptibles. Si uno tiene amigos es para reirse de ellos, sino no tiene gracia. Por eso no tengo amigos que tengan puestos en San Andresito o cambien bolívares a pesos. Lamentablemente acá todos llevan en sus espaldas esa profesión por eso no tengo amigos. Y todos son tan graciosos según ellos, siempre cargados del último chascarrillo, del último chiste del hombre cornudo, de la última mestruación sabatina. Vaya ríase de un paisa, no de sus chistes sino del collar de arepas en descomposición que carga y sabrá que se siente que le descarguen completico, el proveedor de una nueve milimetros en el pecho. Por eso es que los grandes cómicos los acribillan en las esquinas, somos un país destinado a una muerte larga y miserable donde no tendremos derecho ni siquiera a la última carcajada.
Esperamos entre tanta basura que aparezca el mesias. Mientras tanto debemos seguir vomitando con las coplas de Vargas Vil y lo pedos verbales del gordo Manosalva, aguantarnos a este pueblo contador de sueños y de malos chistes. Aguantar hasta que la muerte venga por nosotros.