La guerra de las patentes arreciaba y parecía que Edinson, Pathe y sus francotiradores destrozarían en cualquier momento a los jóvenes rebeldes que trataban de hacer películas en la soleada california, en ese terreno baldío que llamaban Hollywood. Pero a los independientes se les ocurrió una idea, la de elevar a los actores y actrices de sus películas a la altura de las estrellas.
Adolph Zuckor, húngaro de nacimiento, había llegado al país con la idea de establecer un negocio de pieles pero quedaría enredado en el floreciente mundo de los nickelodeons. De el fue la idea de crear un ideal de mujer, virtuoso, hermoso y puro, con tirabuzones y eternamente virgen. Se llamaba Mary Pickford y era considerada la novia de América. Judíos de toda Europa pululaban en las verdes llanuras de California buscando fortuna y brotando ideas. Uno de ellos fue William Fox quien tomando como ejemplo la idea de Zuckor decidió crear la contraparte, el reverso de la moneda. Si la una era muy pura la otra sería muy puta, si una buscaba un hombre bueno que la llevara al altar la otra buscaba una orgía perpetua. Para ese papel tenía en mente a una oscura actriz de teatro que por obra y gracia de Fox terminó llamándose Theda Bara, anagrama de Muerte Arabe, nombre que se convertiría en sinónimo de lujuria y pecado. Fue la primera vampireza de Hollywood, su primera femme fatale.
Copiandole a los italianos el concepto de divismo, William Fox creó una leyenda entorno a su lujuriosa estrella. Había nacido en una caravana en medio del desierto, su madre estaba a punto de dar a luz cuando una cuadrilla de beduinos fuertemente armados los sorprendió a sangre fría. La niña, aún con el cordón umbilical pegado a su madre muerta, fue separada y llevada por ellos a sus tiendas de campaña donde fue amamantada y criada hasta que una expedición de arqueólogos británicos la rescató. Tenía 15 años y evidentemente había sido abusada sexualmente por la tribu entera.
El público estalló con esa biografía y los hombres, sobre todo los hombres, querían ver en la pantalla a esa pecadora por naturaleza, a esa perra con olor a perfume. Si bien Mary Pickford en Paramount reventaba taquillas y aliviaba conciencias, la Fox no se amilanaba , la serie de melodramas que crearon para Theda daba sus réditos y vaya de que manera. La lascivia paga mejor que la virtud. Las películas en las que la Bara era protagonista eran melodramas sencillos, casi ridículos, en las que ella prevaricaba hasta que su muerte, si conciencia o su conversión la sorprendía en el último rollo.
La única película que se conserva de ella fue la primera y más famosa en las que actuó: A fool there was de 1914. Según George Sadoul en su Historia del cine universal esta película “No incluía nada que no se pudiera presenciar en cualquier calle mayor, ni tampoco nada que tuviera que ver con la vida real. Pero el público se sentía atraído hasta el paroxismo por esta historia de un respetable hombre casado que cae indefenso en las garras de una taimada mujer”. Fox estaba feliz, A fool there was fue un exitazo que dejó en réditos mas de un millón de dólares, cifra inédita en los 20 años que tenía el cine en ese momento y que solo sería superada un año después por la que es considerada la primera película con un lenguaje cinematográfico moderno: El nacimiento de una nación de D.W. Griffith.
En el devenir incesante de la Historia del cine vendrían mujeres fatales de todos los calibres, unas mas temibles y despiadadas que otras. No mas miren los ojos de la Stanwyck empujando al infierno a Fred McMurray en Double indemnity o a Jessica Lange obligando a Jack Nicholson a cometer a un asesinato en El cartero llama dos veces pero ninguna tiene el aire frío, como de una mujer que vuelve de la tumba trayendo su lascivia fétida que se deja ver en los pocos fotogramas que quedan de Theda Bara.
Mujeres como ella han hundido civilizaciones enteras.
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