13 de agosto de 2012

JAIME GARZON, CHAVELA VARGAS Y LOS BIENPENSANTES


Que paradójico, hay gente que hoy en sus perfiles de Facebook pone el rostro de Jaime Garzón cuando ayer ponían en el mismo espacio el retrato de uno de sus presuntos asesinos,  Uribe. No hay contradicción más grande que el de llorar a Garzón y ser uribista. Hace unos días murió en México o no sé en donde la cantante Chavela Vargas. Confieso que para mí la cantante costarricense no fue más que una exótica muer con barba.
 Tengo amigos que hacían reuniones en sus lujosos apartamentos en torno a una botella de tequila y ponían un disco de ella. Deliberadamente empezaban a embargarlos la tristeza, se ponían en onda. Entre más triste uno se ponía escuchando Llorona más culto se volvía. Diez años antes nadie la escuchaba. La consideraban una cantante de cantina para mexicanos borrachos.  Tuvo  que venir Almodóvar y meterla dentro de la banda sonora de sus películas para recibir la aprobación de ese público universitario y ñoño.
                                                      Chavela y Almodovar.
Al morir a los noventa y cinco años los bien pensantes expresaron su inmensa pena ante la desaparición de esta mujer con barba, que entre otras cosas había sido amante de otra muchacha con bigote, la Frida Kalho esa que tanto sobreestiman los bienpensantes. Para amar algo necesitas merecerlo. Una de las desventajas del Facebook es que fomenta la pereza. Se filtra una noticia, por ejemplo el deceso de un artista o el aniversario de su muerte y ya no necesitamos saber nada más para declararnos fans. Que cuento de leer la obra ni esas maricadas. Vamos directamente al exhibicionismo de nuestro dolor
Dentro de pocas semanas todos esos que lloraron a Chavela la olvidarán por completo. Harán bien, escuchar tres canciones seguidas de esta señora un domingo a las cinco de la tarde puede inducir al suicidio. Ha Garzón como cada año lo olvidarán mañana 14 de agosto. Hoy los noticieros harán un especial sobre él pero no se ahondará en el tema que debería preocuparnos; ¿Quién lo mató?
                                                             ¿Algún día?
Jaime Garzón usó el humor como un arma para atacar a los poderosos de este país. Cuando se juntó con Karl Troller y Eduardo Arias para crear Zoociedad no pensaba que este programa podía presentar los picos de ratings que presentó. Se atrevieron a darle al país un espacio donde se renunciaba a lo que estamos acostumbrados para hacer humor, el chiste fácil, la recocha. Lo increíble es que a los colombianos les gustó el programa. Zoociedad bebió de las fuentes de Monty Phyton y hasta de Mark Twain, pero a la vez uno al escuchar a Emerson De Francisco podía tener otro lado de la noticia, el lado que los grupos económicos no dejaban difundir. Uno podía estar informado y a la vez divertirse con pura y física patafísica.
                                                El gran Emerson de Francisco
Al final de sus días, cuando poco a poco su figura iba siendo asimilada por el establishment, decidió cambiarse la dentadura y creo que alcanzó a protagonizar alguno de esos café conciertos que tanto gustan a las menopáusicas.
Sin embargo su vena crítica no se extinguía. Recuerdo cuando supe que ese embolador de cara manchada de hollín y desmueletado que se hacía llamar Heriberto de la Calle era Jaime Garzón. Entonces supe que ese man, en un ejercicio digno del método de Strasberg, se había quitado las muelas solo para encarnar con fidelidad uno de los personajes más deliciosos, punzantes y valientes de nuestra miserable televisión. Verlo arrinconar a sus invitados en el segmento que tenía en CM& era una experiencia alucinante, tanto que uno era capaz de soportar a Yamid Amat por media hora con tal de verlo.
Me despertaron con la noticia de que estaba muerto. Encendí el televisor y vi la camioneta negra, estrellada contra un poste de la luz. El cuerpo todavía estaba adentro, como una sombra negra descansando sobre el volante. Cesar Augusto Londoño dijo esa noche la única frase iluminada que ha dicho en treinta años de carrera “Buenas noches, país de mierda” tenía los ojos arrasados en lágrimas. Fue un día absolutamente triste para el país y no necesitamos de Facebook para expresar nuestro dolor. Matarlo significaba no ver nunca más a Heriberto, saber que Jaime nunca más volvería a crear un personaje y que el paramilitarismo, los mafiosos y los políticos andarían por ahí campantes sin que nadie les cantara la tabla.
                                                El llorado Heriberto de la Calle.
                                                   
La actitud no es solo poner la cara de Garzón en el perfil de Facebook sino tratar de luchar lo hacía no para asumir la actitud hipócrita de “Conseguir la paz” o caer en el lugar común de decir “Queremos hacer de este mundo un lugar mejor” sino tratar de hacer denuncia, de poner el dedo en la llaga. Todo el mundo sabe quién es el asesino, todos sabemos que la guerra es un negocio y que por ende no se va a quedar, a todos nos queda claro que la guerra contra las drogas se perdió y que si se quiere acabar con el narcotráfico la solución más sencilla y lógica es legalizar la droga. Ese podría ser el mejor homenaje que se le puede hacer a Heriberto de la Calle.
A las pocas semanas de haber muerto recuerdo a los mechilargos de la universidad pidiendo borrachos Candela de César Mora, la que decían, era la canción preferida de Garzón. Siguiendo la canción con pasos torpes y una botella de Águila gorreada en la mano trataban de seguir el ritmo de la salsa. Se la sabían de punta a punta con coros y todos. Regaban un poquito de cerveza en el piso para que todo el mundo se diera cuenta del inmenso dolor que sentían ante el vil asesinato.
Sin embargo nadie estuvo atento de la investigación. Los asesinos seguían libres aunque se sabía claramente que el crimen lo había ordenado la ultraderecha de este país.
Con la creación de Facebook Garzón se convirtió en un ícono cultural. Los mismos que leyeron y subrayaron frases enteras de Mi confesión la autobiografía de Carlos Castaño, posteaban en  sus muros a uno de los personajes del humorista. Se admiraba por igual a la víctima y al victimario. No era cinismo señores, era física ignorancia.

4 comentarios:

Luis dijo...

Supe de Gar
zón por Andrea, mi novia colombiana. Ella me mostró videos, me contó la historia del miserable asesinato, me mostró el último reportaje por tevé. Adhiero que lo que decís. Sin ser colombiano entiendo y comparto la angustia y la rabia ante lo que bien llamás física ignorancia.
Luis (de Suspendelviaje)

Anónimo dijo...

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