1 de septiembre de 2010

LAURENT FIGNON ACABA DE MORIR

Después de luchar varios meses contra un terrible cáncer intestinal, Laurent Fignon acaba de morir a los 50 años. Para el mundo fue un héroe, uno de los más grandes ciclistas que ha dado la historia y con Bernard Hinault el último gran ciclista francés. Sin embargo para los colombianos Fignon era un nazi, un tipo que despreciaba a los valientes escarabajos por tener otro tipo de color de piel. Los que conocieron a Fignon decían que era dueño de un sentido del humor realmente despiadado, sentido del humor que lo llevó a cometer varios exabruptos. Recuerdo que en el Dauphiné Liberé del 84 el periodismo colombiano se escandalizó cuando se enteraron que el francés trató de amedrentar a Martin Ramirez, sorprendente campeón de esa clásica preguntándole si no tenía en la caramañola “Algún gramo de cocaína a la venta” Las alarmas sonaron en todo el país. Por supuesto que nadie entendió la humorada.
Un año después corrió el Clásico RCN, dijo que venía a Colombia porque era muy conocido en todo el mundo la extraordinaria calidad que tenía la cocaína de nuestro país. En su divertida autobiografía Eramos tan jóvenes y despreocupados cuenta que muchas de las etapas las corrió todavía con el licor y la cocaína “Flotando por mis venas”. El periodismo colombiano apenas se bajaba de la cicla le preguntaba por la opinión que el tenía de los escarabajos y el respondía de mala gana, con ganas de que lo dejaran ir al hotel en paz, dormir unas horas y continuar su periplo en el valle de la coca “Tienen condiciones pero les falta profesionalismo”. Ah no, se armó la de Troya, fue declarado figura no grata, su imagen se terminó de romper por completo. Eso no le importó en lo más mínimo. Además tenía razón ¿Se acuerdan que Luis Herrera se retira en 1992 a los 31 años, agobiado por su propio aburrimiento? No existía compromiso, fue una generación dorada que pasó, se la llevó el viento como a nuestros mejores futbolistas.
Verano de 1984, el joven ciclista semiprofesional Luis Herrera aprovecha las ramplas mas empinadas y ataca a pocos kilómetros del final, rompiendo el pequeño grupo donde solo iban los favoritos en mil pedazos. El único que lo puede seguir es un muchacho de 24 años, recientemente campeón de Francia y que le está disputando el Tour mano a mano al experimentado Hinault. Últimos metros de la etapa reina, la que termina en el escarpado y casi inaccesible Alpe de Huez. El francés es rubio y lleva unas gafas gruesas de montura redonda, parece un universitario que salió ese día a hacer un poco de ejercicio y no uno de los mas grandes atletas del mundo. Herrera lo arrastra y Fignon se conforma con seguirle la rueda, a él no le interesa la etapa, le interesa sacarle valiosos segundos a Fignon y ganar el Tour. Herrera levanta los brazos en la meta y todo el universo lee por primera vez la palabra Varta estampada en su camiseta sin saber muy bien que es. Los periodistas colombianos celebran la victoria del indígena ante el opresor europeo que 500 años después todavía no se cansa de explotarnos. “Es descarada la forma en que se aprovechó de Herrera” Decían. Todo era una estrategia, al otro día se corría la decisiva contra reloj en los Campos Eliseos, ¿Qué pretendía Carlos Arturo Rueda? ¿Qué Fignon arriesgara su carrera para ayudar al jardinerito de Fusagasuga? A veces dan tanta lástima, por eso somos los putos pordioseros del mundo.
Nunca se pudo entender en Colombia a una figura como Fignon, hijo de la noche, poco disciplinado con una vida más parecida a la de un rock star que a la de un deportista de Alto Rendimiento. Su autobiografía está sorprendentemente bien escrita y como suele pasar en ese tipo de escritos está cargado de impresiciones de mentiras pero jueputa, la vida es muy aburrida y ya no nos podemos dar el lujo de decir la verdad. Unos meses atrás un pasaje de su libro volvió a abrir las viejas heridas que tenía con el pacato periodismo colombiano. El pedalista afirmaba que el equipo Café de Colombia le había ofrecido doscientos mil dólares para que no le disputara la Vuelta España a Herrera, una vuelta que según palabras del parisino “Después del retiro intempestivo de Sean Kelly hubiera podido ganar cualquiera”. Esto hubiera podido pasar perfectamente, recuerden que eran los ochenta, época oscura como pocos pero esta afirmación carece de sentido teniendo en cuenta la tenacidad con que Fignon le disputó la vuelta al de Fusagasuga ¿recuerdan esa vibrante llega a Avila, al velódromo, etapa que ganó Fignon y donde Herrera casi pierde la vuelta?.  Eramos tan jóvenes y despreocupados Está cargado de anécdotas delirantes, de mentiras, hecho para escandalizar deliberadamente muy en la tónica de ese libro maravillos que es Solo quiero que me amen la autobiografía del genial actor alemán Klaus Kinsky.
Con Fignon se extinguió un tipo de ciclista que se parecía más al ser humano, lleno de dudas y de imperfecciones. Un hombre inteligente subido a una bicicleta y desafiando a las águilas y los llanos mas abrazadores. Después de el vendría Pantani y Jan Ulrich pero sin tanta gloria como la tuvo el ciclista parisino.
Laurent Fignon acaba de morir. Paz en su tumba.

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