23 de septiembre de 2010

UNA NUEVA INVOCACIÓN AL ÁNGEL DE LA MUERTE

Asi que por enésima vez el ángel de la paz ha bajado sobre Colombia en forma de bombas. Los habitantes del sector creían que era una seguidilla interminable de meteoritos pero al ver arriba a los pájaros de metal se convencieron de el hecho: Era el ejército que usando la razón de Estado se disponía a perseguir y dar de baja al asesino más temible que ha dado esa tierra. Santos estaba en Estados Unidos y muy temprano lo llamaron
-Señor Presidente hemos dado de baja al asesino
Santos carraspea y murmura “Pero yo todavía no he dado la orden de matar a Uribe” Y desde el otro lado de la línea el oficial de turno le dice “No Comandante, hemos matado al otro, al Mono Jojoy”.
Una multitud se agolpa en todas las plazas del país, llevan bien extendida su bandera. Poco les importa las condiciones en las cuales se puedan dar la paz, solo quieren ver al ángel. El ángel son cientos de cadáveres desmembrados, carbonizados por culpa de las bombas. En ese reguero de carne está plasmada la impotencia del estado para resolver un conflicto. Una señora gorda a la cual el sudor le está derritiendo el maquillaje grita con tanta rabia que estalactitas de saliva se le hacen en la boca “Danos mas sangre señor presidente, caza a todos los bandidos que quiero hacerme un collar con las orejas de todo el frente 53 de las FARC” El presidente no puede oírla porque está lejos. Una de las ventajas de ser presidente es que se puede estar todo el año por fuera del país y solo regresar cada 15 días a la casa de campo que con tanta puntualidad paga el pueblo para que la cabeza que más piensa, para que el más sabio pueda tener un poco de reposo y pensar mejor la próxima estrategia.
Poco le importa a la gente que marcha a pesar del sol inclemente los efectos colaterales que haya tenido esta nueva invocación al ángel de la paz. Los que deben estar preocupados deben ser las familias de los más de 2.000 secuestrados que todavía permanecen en poder de la guerrilla. Ahora esa gente estará más sola que nunca porque al tener 67 cabezas de guerrilleros metidos en una bolsa el Gobierno no tiene ninguna necesidad de rendirle cuentas a esa pequeña y absurda minoría que todavía se preocupa por cosas tan anacrónicas como los derechos humanos. Al que no le gusta esta política lo mejor que puede hacer es irse. Me imagino las encendidas charlas en Transmilenio de la gente diciendo “Si ve que si se podía” y empezar a enumerar todos los logros que la seguridad democrática ha conseguido, “Y si no me cree-dice uno de los cancerberos de esta política- venga y le muestro las cabezas disecadas de Tirofijo, El negro Acasio, Raul Reyes y si ve esos dos anaqueles que tengo vacíos bueno pues esos van a ser para el Mono Jojoy y Romaña que ya me llamaron del batallón y me dijeron que en cualquier momento me lo traían”. El plan del cancerbero es hacer un museo del terror que además sirva para glorificar “La época mas maravillosa que nos tocó vivir como colombianos, los años donde todo un pueblo se unió para acabar con el único problema que tenía este país: La guerrilla” El entusiasmo de Cancerbero es compartido por la mayoría de los colombianos. Sin duda que estamos acostumbrados a matar, estamos demasiado emparentados con la muerte como para pedir una salida negociada, eso es casi imposible.
Además recuerden que somos católicos de los que no ponemos la otra mejilla sino una rara especie de cristiano que cree en leyes que estaban en el antiguo testamento, como esa de ojo por ojo diente por diente o quien a hierro mata a hierro muere. Estamos lejos de una política de reconciliación y cada vez más cerca de la hecatombe final.
Ellos sabían donde dormían los guerrilleros, lo sabían desde hace años. Incluso esta semana se comprobó la ayuda militar que el mismo ejercito colombiano le brindaba a las FARC. Lo necesitaban tener allí para tener una cortina de humo que desviara la atención de el verdadero problema que tiene ese país: La corrupción moral de la clase dirigente, una corrupción que ha permeado a la sociedad y que ha aniquilado la esperanza.
Las bombas seguirán cayendo y los habitantes de Colombia al asomarse al cielo verán que un ángel les sonríe. Creerán que es el ángel de la paz pero no,¿ si se fijan en eso que el sol le hace brillar a la altura de el hombro? Si señores, ese ángel de la Paz lleva una guadaña y tiene muchas ganas de usarla.

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