30 de agosto de 2010

NOCHES BLANCAS

Estoy demasiado viejo para tener problemas existenciales. Eso debió haber quedado atrás, en la época en que salía con un bolso guayú terciado donde cargaba un libro mugriento de poesías y el paquete de piel roja. Ahora no, ahora deprimirse es como un retroceso y uno está enseñado a andar para adelante.
Son las tres de la mañana y no puedo concentrarme en ninguna lectura, la rabia me carcome por dentro, hay una película con Dean Martin y Frank Sinatra, quiero verla pero es muy tarde para el Rat Pack, además nunca me gustaron los western. Necesito hacer tiempo, que se pase el tiempo rápido y olvidarme de todo. Aceptar por ejemplo que no está mal deprimirse, lo que está mal es ser un Emo de 32 años, el Emo mas viejo del mundo. Escucho otra vez las canciones de Leonard Cohen, quisiera tener un Dios a quien buscar pero al ponerme las botas me acuerdo que no existe.  No conozco a mi vecino y encuentro consuelo chateando toda la noche. Crisis de la modernidad.
Al mirarme al espejo no me reconozco, vengo perdiendo la batalla que emprendí contra mi mismo. Es de madrugada y no solo me siento solo sino que comienzo a aburrirme. Mañana el aeropuerto después de una gran travesía en tren, mañana cargar maletas atestadas de libros. Mañana jugar a que con cambiar el paisaje los fantasmas que tengo por dentro se van a morir, pero a donde quiera que vaya los voy a llevar. El problema es que no me está gustando la gente, ya no los hacen como antes ¿Dónde están los de mi generación? Desperdigados por el mundo, atestados de hijos y de trabajo ¿tendrán tiempo para tomarse una copa conmigo? Afuera vuelve a caer la lluvia, estoy muriendo de amor pero no voy a ir dice Leonard Cohen desde algún lugar de la internet, yo no escucho a Hank Williams toser, solo escucho el murmullo de las hojas acribilladas por las gotas de agua.
De un tiempo para acá dejé de frecuentar a la gente de mi edad. Me quedé sobre la pista de baile solo porque el resto está reventado, los que quedan bailan ritmos extraños, cierro los ojos y me dejo mecer por la música hasta que el aburrimiento termina por abatirme. Me siento en la mesa y los rayos lazer caen sobre mi pero no me tocan, pienso por un momento que el invisible soy yo, el que dejó de tener materia fui yo y solo quedó un espectro que vaga por una casa desierta, que apenas se deja tocar por el sol.
Tengo la cara de granos y mi cuerpo se ensancha, ya me parezco al barón ese de Duna pero a diferencia de él no tengo nadie que me adule. Voy pelando la madera con un viejo cuchillo hago crucifijos para enterrar los gatos que cazo. No son muchos, nunca fui bueno con la cerbatana debe ser por el asma. Entonces me quedo quieto, rodeado de todas estas maletas esperando de una buena vez que salga el sol. Acá lo estoy esperando, él es el único que no me puede falla. Pero la niebla cae sobre la noche como una sábana….

1 comentario:

Anónimo dijo...

viejo podrias intentar cazar los gatos con alguno de los cds de la coleccion musica para gatos seguramente existe un volumen especial para la caza de ellos, un saludo mes y medio.