29 de septiembre de 2010

¿TE ACUERDAS DE MI? YO ANTES ERA PETER BOGDANOVICH

Mientras un niño común y corriente se divertía coleccionando estampitas de sus jugadores de beisbol preferidos Peter Bogdanovich se la pasaba recortando las fotos de sus estrellas y directores favoritos. Creció con esa piel gris de los que viven encerrados en una sala de cine. A los veinte años ya era el programador oficial del MOMA de Nueva York, gracias a él se redescubrieron grandes películas como Freaks de Tod Browning. Ese trabajo lo acercó a sus propios ídolos, allí conoció y mantuvo amistad con Hitchcock, Hawks, John Ford o Alan Dawn. Ellos lo invitaron a sus rodajes “Vi a Hawks hacer El Dorado y a Hitchcock Los pájaros” Dice Bogdanovich en una entrevista “En ese momento no había todavía escuelas de cine; aprendí a dirigir observando a otros directores. Fui a un preestreno de El hombre que mató a Liberty Valance y supe que estaba viendo la última gran película de la Edad de Oro de Hollywood. Cuando el tren se aleja, es realmente eso, el final de Ford. Y el final de Ford no era otra cosa que el final de esa época.”
Era obvio que el muchacho que había crecido alimentándose de emulsión de celuloide soñara con hacer una película. Después de un corto metraje de bajo presupuesto Columbia vio la madera que podía tener el muchacho. A los 32 años emprende la tarea de adaptar la novela homónima de Larry Mcmurty. Su esposa de ese entonces Polly Platt era su mano derecha en el plató. A Bogdanovich como suele pasar con los talentos precoces lo poseía una extraordinaria megalomanía. Además todas las películas que había visto interferían en el deseo de hacer una obra personal, el quería hacer un plano a lo Ford, otro a lo Preminger, una trama a lo Hitch. Quería que su ópera prima fuera además un homenaje al cine y que más que ese nombre tan poético y visionario: The last Picture Show.
La película no resultó tanto un homenaje al cine sino un fresco sobre el aburrimiento al que está sometido uno de esos pueblitos miserables de Texas, un pequeño ecosistema donde se veía reflejada toda la sociedad norteamericana. Una obra maestra que todavía hoy tiene vigencia. La crítica la alabó, cuentan que Bogdanovich envilecido con su éxito llevaba todas las críticas recortadas en su bolsillo y que se sabía algunas de memorias sobre todo esa que decía que “La última película es el mejor debut de un Director desde Ciudadano Kane” Que lo compararan con su ídolo Orson Welles era una dicha que el dinero no podía pagar.
Y con las buenas críticas llegó el dinero y la fama y el principio del fin. Se enamoró perdidamente de Cybill Sheperd, una mujer alta (Casi un metro ochenta) y robusta que irradiaba salud física y mental. Pelo rubio, nariz respingada, cutis cremoso increíblemente hermosa. Bogdanovich quedó fascinado. La conoció en pleno casting, le dijo que estaba leyendo un libro de Dostoyevsky, pero cuando él le preguntó que libro era ella fue incapaz de recordar el título. Mientras se esforzaba por recordar, él no pudo evitar ver que jugueteaba con una de las flores que ponen en el florero de la bandeja del desayuno “Había algo tan informalmente destructivo en ese gesto”Le contó más tarde a Peter Biskind el director “Parecía retratar a la clase de mujer que no quiere ser cruel con los hombres pero lo es”.
Después de terminar la filmación de La última película, Bogdanovich ebrio de pasión y de éxito dejó a su mujer y a su pequeña hija por irse con la actriz. Muchos atribuyen el éxito de la película a la colaboración de Polly Platt. Ella nunca le perdonaría que le hubiese negado los respectivos créditos ya que fue prácticamente una obra hecha a cuatro manos.
Los estudios abrían sus puertas ante el nuevo creador. En 1974 Coppola acaparaba los Oscar con la segunda parte de El Padrino, Friedkin confirmaba con El exorcista lo que había insinuado en Contacto en Francia y Bogdanovich volvía hacer llorar de la emoción a la todo poderosa Pauline Kael con Luna de Papel. El Nuevo Hollywood parecía que había llegado para quedarse, basta ya de películas evasivas, el cine era uno solo y era el cine de autor. No solo en Europa se podían hacer películas personales, obsesivas, en America los discípulos de la Nueva Ola habían aprendido de sus maestros.
Pero estaba Bogdanovich y su amor desmedido por la rubia fatal. Quería que ella solo trabajara con él, por eso una vez le preguntó a Cybill que película quería hacer y ella le señaló un libro: Daysy Miller de Henry James. Sin pensarlo dos veces dedicó dos años de su vida a adaptarla, escribir el guión y dirigirla. Le pidió de rodillas a Polly Platt que volviera a trabajar con él pero ella no quería tener que enterrarse el puñal de volver a trabajar con su ex mientras el amaba a la rubia de los sueños de todos los hombres. Además estaban los celos, no permitió que ningún hombre apuesto trabajara en la película para evitar que Cybill se fijara en otro que no fuera él. El resultado fue una catástrofe absoluta. Muchos en el medio querían que Bogdanovich mordiera el polvo. Se había convertido en una persona absolutamente insoportable, estaba convencido que era un genio, solía decir que a él no lo podían comparar con sus contemporáneos porque él estaba a la altura de Welles, Ford o Hitch. Dijo Billy Wilder que al otro día del estreno de Daysy Miller “Se podía oír por toda la ciudad como descorchaban botellas de champán”.
De ahí para adelante ninguna de sus películas pudo volver a tener éxito, fue como si una maldición se hubiera cernido sobre él. Se atrevió a volver a hacer un musical para su musa, algo que el presupuestaba podría ser el resurgimiento de su carrera. Un musical donde nadie sabía cantar, una porquería que ni las hermosas canciones de Cole Porter lo podrían salvar, la historia de un fracaso anunciado.
Toda su vida había aspirado a ser Orson Welles, incluso cuando el mítico director quedó en bancarrota Bogdanovich lo llevó a vivir a su casa. En 1997 el otrora todopoderoso director de Luna de Papel se declaró insolvente por segunda vez, teniendo que alojarse en el apartamento de uno de los pocos amigos que le quedaban. Se había convertido en Welles, pero no como lo había imaginado. Martin Scorcese se encontró con él hace poco en una fiesta: el director le dijo “¿Te acuerdas de mi? Yo antes era Peter Bogdanovich”.

3 comentarios:

Orlando Arturo Ávila dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Orlando Arturo Ávila dijo...

Bacano! Que bueno es conocer la historia, esperemos no repetirla... jejejeje... Ha visto "Easy Riders, Raging Bulls"?? Es un docu sobre esta generación del cine norteamericano, aguanta verlo, se consigue por ahi en la red. IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0359203/

hormiga dijo...

Sé que ya te lo dije, pero que lindo es tu blog, qué bien que está escrito! Felicitaciones!