30 de junio de 2011

CARTA ABIERTA A LOS VIEJOS MARICONES DE SIEMPRE

Es imposible que en este calor se pueda dar un hombre moldeado por la razón. Todo es demasiado inconstante, efímero, no hay tiempo para procesos largos. Si la depresión aún no me había golpeado era porque todavía no había salido de la casa. Es un peligro salir, corres el riesgo de que te encuentres con el otro. Afuera nadie escucha y todas las caras relucen por culpa de la brillantina. Hago un mea culpa: alguna vez creí en ellos, eso fue lo que me perdió. No todo ha sido en vano, ahora sé que lo que decía mi papá del cucuteño era verdad. Yo creo que el colombiano en general es así, malo, perezoso, grosero e ignorante. Somos un país de pobres, demasiado pequeños, insignificantes y nos gusta ser así, lo disfrutamos.
Fui a un congreso de maricas a presentar un ciclo de temática gay. Los resultados fueron absolutamente desastrosos. Mi eterna presión en el ojo volvió a amenazar con salirse. Abuchearon Muerte en Venecia y Velvet Goldmine, querían algo más explícito, algo que mostrara por igual escenas de cama y moralejas. El pecado que cometo en esta ciudad es estar demasiado lúcido, por eso mi desgracia, mi amargura. Espero demasiado de la gente, siempre es la misma historia. Los maricas recitan poesía, el orgullo de ser perforado por el ano, en esa diferencia está su fuerza. Te miran por encima del hombro solo porque no has sido debidamente sodomizado. Como sucede en casi todas los guettos, los peores son los viejos. Estaban realmente ofuscados porque este año se hicieron actividades académicas y la marcha gay se había aplazado para demostrarle a la machista, asquerosa, traqueta sociedad cucuteña que ellos eran mucho más que un poco de locas saltando. Sin embargo, mientras Visconti restregaba sin ambages la belleza de sus imágenes los maricas, los pocos maricas que no desertaron y se quedaron haciendo que veían la película pensaban en lo mucho que iban a extrañar ser bañados por la orina de sus congéneres mientras alborozados cantaban el último vallenato de moda.
Es realmente penoso que una actividad de estas que con tanta seriedad y trabajo lograron conseguir jóvenes como Irving Moncada o Jordi Gómez haya naufragado, quedado en la nada por culpa de las viejas locas de siempre, los anoides ochenteros tipo Juan Becerra o Nicolás Salazar que lo único que necesitan es saciar su apetito con un culito joven. Anoche se vio el Boicot que esta generación de maricones lagartos quiso propinarles a los muchachos del colectivo León Zuleta. Las ansias de figurar, de obtener como sea un reconocimiento que a la postre le resulte después un contratico, quedar bien con el político de turno hicieron que el evento no tuviera la relevancia intelectual que esperábamos.
Queda una generación de muchachos con ganas de trabajar, comprometidos políticamente, con profundas inquietudes intelectuales y existenciales. Deberán tener paciencia porque seguramente pronto alguna enfermedad se llevará a las viejas locas que tratan de entorpecerlo todo con sus chabacanerías, con esa necesidad tan ochentera de creer que ser gay es echarse un poco de escarcha en la cara. Para mí que como heterosexual traté de ayudar con el encuentro confirmé que en Cúcuta a excepción de los jóvenes, los gays de viejo cuño no son más que el reflejo de una ciudad de animales, frívola y corrupta. La actitud de estos esperpentos hizo despertar en mi la penosa, abominable y cavernícola homofobia. Esperábamos que el cambio que necesita este moridero lo fueran a dar los homosexuales con su alegría, su frescura, su aparente buen gusto. Pero este cambio por unas cuantas generaciones no podrá ser así.
Espero que el domingo la comunidad homosexual vuelva a estar en su salsa, en medio del reggetón, el baile desenfrenado y la infaltable lechona de bazar. Ellos no tienen la culpa de haber nacido en este tierrero donde la única actividad cultural donde masivamente asiste la gente es a los bazares de parque donde el colesterol y el alcohol circulan como un caudaloso rio.
Mientras tanto pondré la tapa del ataúd sobre mi cuerpo y juraré no salir de él en los pocos días que me queden en este pueblo maldito.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La misma excusa de siempre: "es que en esta ciudad no hay cultura" y ¿dónde quedan las responsabilidades individuales? ¿Por qué no reconocen que se acostumbraron al atraso, que les da pereza ser curiosos e inquietos? Se sienten cómodos en su posición de pobres,oprimidos y discriminados porque encontraron la excusa perfecta para no hacerse responsables de su propia ignorancia.