22 de julio de 2012

VALIENTE DE PIXAR. El hechizo no se rompe.


Si Valiente no llevara el sello de Pixar creo que nunca la hubiera ido a ver. Es que a mi esas historias de princesas rebeldes que escupen la corona y quieren combatir como un guerrero feroz no me interesan. En el primer cuarto de hora cuando aparece una que otra cancioncilla tuve la tentación de irme. El infierno se compone de una sucesión interminable de canciones  de Disney, todas compuestas e interpretadas por Thalía. Maldije que ese proyecto que revolucionó la animación a finales de la década de los ochenta hubiera caído en manos de los mercenarios de la casa de Mickey. Pero mi mal humor no tardó en desaparecer. Como un espectro del pasado comenzó a volverse a vers la figura de Pixar
.
Se ve que decidieron pagarle el tributo a Disney en el primer cuarto de hora para imponer después su visión de cómo se hacen las películas. Créanme, acá se rompen los clichés. Mérida, la princesa rebelde no es una guerrera machorra sino una niña hiperactiva que disfruta con el ejercicio físico, divertirse un poco con el arco y sufrir la cantaleta constante de su querida y esmerada madre.
La reina Elinor ha convocado a los clanes que se disgregan como ovejas salvajes en los verdes prados de Escocia. La idea es convocar a unos juegos para decidir quien se va  a quedar con la mano de la indomable princesa. Los tres clanes más importantes del país presentan a sus candidatos. A diferencia de cualquier otra película que abordara una trama como estas, ni los tres competidores, ni Mérida quieren casarse. Están allí porque son obedientes y no quieren tener problemas con sus tiránicos padres.

Desesperada por la situación que la obliga a convertirse en una reina sicorígida cabalga con su caballo por el bosque hasta encontrarse con unas luces mágicas. Las sigue hasta encontrar una cabaña lo más de mona entre los árboles. Entra y encuentra a una viejita narizona y fea que utiliza su tiempo libre en tallar figuritas de osos. Mérida no tarda en darse cuenta que la artesana no es más que una bruja. En vez de poner pies en polvorosa al darse cuenta de la verdad la jovencita impertinente le suplica que le haga un conjuro, quiere cambiar a la reina Elinor, que se quite la idea de casarla. La bruja prepara un hechizo y le da un pastelito.
La reina está preocupada porque los jefes de clanes parecen estar  impacientes, ansiosos por conocer cuál de ellos tendrá el honor de pertenecer a la familia real. Si no llega a resolver este inconveniente con rapidez el disgusto podría convertirse en guerra. Mérida, sin importarle mucho lo que pase con el reino, le ofrece el pastelito a su mamá. Ésta a regañadientes come un pedacito y después de dar unos pasos comienza a sentirse mal. Decide recostarse un momento. Mérida espantada ve como a los pocos instantes la refinada reina Elinor se ha convertido en un oso.

Cuando pensábamos que nos íbamos a adentrar en una trillada y aburrida historia épica encontramos con una película completamente diferente. En Valiente no hay villanos. Acá no existe el concepto de familia real disfuncional. Mérida tiene una madre que la ama y un papá que literalmente es un bacán y es usado dentro de la historia como el personaje que refresca, que hace reír sin llegar a convertirse en un payaso. La bruja es más bien una viejita arrepentida que ahora está mas interesada en sus artesanías que en sus hechizos. El rey convertido en un oso salvaje no es más que una víctima. Los pretendientes de Mérida no quieren casarse. No hay una gran historia de amor ni una heroína con súper poderes.
Valiente sin ser una obra maestra como Up o Wall-E, si consigue distanciar a Pixar aún más de sus archirrivales de Dreamworks quienes siguen interesados únicamente en sacar productos para niños y no es contar una historia o mejor aún en hacer una película de verdad.
Van a disfrutarlo sin duda. Los trillizos pelirrojos son absolutamente divertidos y créanme que no hay personajes empalagosos ni sosos. Recuerden que es un Pixar y esto señores es una garantía absoluta.