26 de julio de 2010

EL SINDROME DE KANT

El único profesor inteligente que tuve en la universidad era Armando Gomez Ortiz. El decía que un año de viaje equivale a diez años de lectura constante y exhortaba a los pocos historiadores que tuvieran algúna inclinación literaria a emprender el viaje. Yo nunca estuve de acuerdo con ese precepto y creí que estaba en un error porque respeté muchisimo a Armando, pero no fue sino leer Mi último suspiro  para sentirme completamente respaldado en mi teoría. Entre todas las deliciosas anécdotas que cuenta Buñuel en su autobiografía había una que me cautivaba por encima de otras. Cuenta que una vez lo invitaron a un festival de cine en Nueva Dehli y el se negó a ir aduciendo que no sabía que hacer allí a las tres de la tarde.
Aborrezco los cambios de horario, en realidad detesto el cambio. Aunque reconozco que algunos son necesarios y beneficiosos (Sobre todo cuando se trata de cambiar a una mujer) prefiero quedarme tal y como estoy, conociendo con exactitud que es lo que me va a deparar un dia. Debe ser por eso que resulto siendo una persona profundamente aburridora asi mis amigos opinen lo contrario. Si fuera por mi me quedaría todo el día encerrado en una celda, viviendo como un asceta y recibiendo muy de vez en cuando la visita de los seres mas queridos, los que yo quiera, que vinieran y se fueran cuando yo lo dispusiera. A las visitas les sacaría por un momento sus ojos y en ellos vería los cambios que está teniendo el mundo.
Que me sepulten con los libros que mas amo, que me atiborren de comida y me mate el colesterol a los dulces 32.
Pero tuve que moverme, nací en una maldita ciudad de frontera, con un sol justiciero que achicharra hasta la piel de los lagartos mas resistentes. Ir a la universidad, agarrar buses, soportar la presión de caseras menopausicas ¿Para que salir? Ya lo dije Carlyle el facho, la verdadera universidad está en los libros.
Por principio me aboco siempre por la inacción. No me importa si a los demás no les basta con los libros y la imaginación. No quiero conocer China, no tengo nada que ver con ellos, ni menos con esos arabes que hacen asados con carne humana. No quiero ni aprender su cultura ni su idioma, por mi que se mueran todos.
Estoy en un pueblo perdido en los andes, me interesa conocer al señor que domestica a las llamas, el dia que se me acaben los pocos kopecs que me quedan tendré que pedirle que me lleve gratis a la ciudad. Uno tiene que conocer a todos aquellos que te pueden hacer un favor pero un chino jamás lo hará. Miles de aviones aterrizan en Pekín todos los dias en busca de la verdad de la gran muralla, cientos de años mirandonos a la cara. ¡Mentira! La muralla es la última de las ilusiones, Berkeley tenía razón, patea la puta piedra, entiende que es una ilusión y verás como todo desaparece.
Salí de mi ciudad para extrañarla. No me importa que ella sea una cueva de asesinos y de filisbusteros algún día volveré a ella y contaré las oscuras historias que he tenido que vivir en el frío inclemente de los andes.
Un hombre es sus rutinas. A mi que me ofrezcan vivir una eternidad en este día que pasó. Que se aparezca pues el diablo y me haga firmar un papel, entonces leería las mismas 15 paginas que solo leí hoy, vería las mismas rocas, cortaría los mismos farallones y vería a esa águila cazar a una liebre entre la hierba.
Cuando vuelva a la ciudad los amigos ya se habrán desperdigado por el mundo. Yo estaré todo el tiempo en el patio de mi casa, recibiendo de lleno el castigo del sol. Evocaré los sufrimientos por los que estarán pasando los que se fueron y acariciando mi barriga inmensa me iré internando poco a poco en los caminos del sueño

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te contare ivan que el sol se ha vuelto más inclemente, parece ser que se dio cuenta que los buenos hombres fueron asesinados, los aspirantes a serlo huyeron y los cobardes que nos escondemos entre fachas fachadas; por eso decidio que es hora de incendiar el bagazo. Pero increiblemente no prende. Cuentan que el ejercicio de kant era tirar un pañuelo y recogerlo, si vivio en una ciudad como esta, que no es frontera sino borde, lo entiendo.
mefixto, aka pupilo

SATUPLÉ dijo...

Querido Sixto, hay muchas razones por las cuales volver. Una de esas sin duda es usted. Le mando un abrazo hermano y me alegra que lea el blog